domingo, 16 de septiembre de 2012

El miedo escénico jugó su papel


En ciento de ocasiones y en innumerables oportunidades, un boxeador no cumple con las expectativas que se esperan de él por culpa del miedo escénico, un factor totalmente esquivo y oscuro que aparece en el momento menos indicado de una refriega y que echa por tierra meses de metódica preparación.

A nuestro parecer esto fue lo que le ocurrió al mexicano Julio César Chávez Jr. en su pleito de este sábado ante el argentino Sergio "Maravilla" Martínez. Jamás pudo poner en práctica meses de preparación técnica ni mucho menos utilizar los recursos adquiridos en más de 100 pleitos en su vida pugilística.

Si bien sentimos desde un principio que Martínez sería el vencedor de la contienda por diversos factores, jamás pensamos que su victoria sería tan holgada y mucho menos que Chávez Jr. apagaría sus motores de combate mucho antes de que se cumplieran los tres primeros minutos del encuentro, y le concedería la iniciativa en bandeja de plata a su contrario.

En lo que sí estamos claros, es en el hecho de que esa noche en Las Vegas tanto Chávez Jr. como sus manejadores, incluyendo el promotor Bob Arum, vieron derrumbarse su castillo de arena, moteado con puntitos de oro, después de construir una "exitosa" carrera a base de contrarios de muy baja calidad o como se diría en la hípica panameña, a base de ejemplares de la Clase F Nacionales, no ganadores de Premios ni de Copas.

También hay que señalar que "Maravilla" Martínez tampoco dio tiempo para la especulación, ya que el campeón Plata del Consejo Mundial de Boxeo se mostró tan irreverente y sarcástico como desde la primera conferencia de prensa entre ambos, y desde el primer campanazo se plantó a realizar su pelea, ya en franca ofensiva o de contragolpe, a pesar de las ventajas físicas de su contrincante, además de su pletórica juventud y su mayor fortaleza.

Fortaleza que únicamente logró demostrar el mexicano en el último asalto, cuando pescó al suramericano y lo llevó a la lona para el conteo de protección. Fue la única ocasión en que realmente Martínez estuvo a merced de su rival, quien no pudo rematarlo a pesar de que éste no rehuyó combate tras levantarse, tal vez porque estaba muy agotado o porque sencillamente no supo cómo hacerlo.

Lo cierto es que ni la pelea será recordada más allá de lo que señalen los registros del año 2012 ni mucho menos ese último round, a menos de que Chávez Jr. le hubiera puesto punto final a la contienda como lo hizo su padre, el legendario Julio César Chávez, en los inicios de los años 90 en una de sus más recordadas peleas ante el estadounidense Meldrick Taylor.

En esa ocasión, Taylor paseó y confundió totalmente a Chávez, que ya para ese entonces estaba escribiendo parte de lo que sería una de las historias más interesantes del pugilismo mundial, pero no logró mantener el ritmo de la pelea ni a distancia a su contrario, quien lo pescó con varias golpes a falta de menos de 20 segundos para terminar el pleito y le dio la posibilidad al entonces réferi Richard Steele de detener la refriega y así mantener inmaculada la carrera del duro guerrero mexicano.

Pero volviendo a la pelea entre Chávez Jr. y Martínez sostengo que tampoco ese asalto será recordado más allá de lo que significó, porque si bien Martínez sobrevivió al momento, no fue, como dirían los propios mexicanos, un "doma y daca", un "dame que te doy". Fue más bien, un asalto de sobrevivencia pura, donde el herido retador apostó por mantenerse esquivando golpes o colocando algunos, en vez de optar por el amarre, algo que trató de hacer si acaso en una sola oportunidad.

Y si saltara a la palestra la pregunta del porqué Chávez Jr. no hizo algo similar en los asaltos anteriores, que quizás le hubiera permitido inclinar un poco la balanza o la victoria por antes de límite, buscando con ello y de alguna manera de resarcir a tantos fanáticos que acudieron al coliseo para respaldarlo, fue porque quizás no pudo o porque pensó que no estaba en condiciones para un combate "face to face", aunque su rival lo estaba masacrando. Las preguntas son muchas y, como siempre se da en estos casos, las respuestas no serán tantas.

En resumen, fueron más las expectativas que se hilvanaron alrededor de este encuentro, que lo que pudieron dar sus protagonistas como espectáculo, principalmente el hoy ex campeón mundial mexicano.

Pero vendrá una revancha, no hay ninguna razón para dudarlo. Y si alguien en algún lugar del mundo osara levantar la voz en contra de un segundo pleito, tampoco tengo dudas de que el propio "Maravilla" Martínez saldría a reprenderlo, porque para el gladiador suramericano existen muchas razones para una segunda versión, todas ellas enmarcadas con el signo del dólar.
 




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